domingo, 19 de septiembre de 2010

UN CASO DE INTERVENCIÓN TERRITORIAL EN EL CINTURÓN VERDE DE BUENOS AIRES ANTE LA NECESIDAD DEL ABASTECIMIENTO ALIMENTARIO A LA CIUDAD.

ANÁLISIS DE LA EXPERIENCIA DE IMPLEMENTACIÓN DE UN PROGRAMA DE SOSTENIMIENTO DE LA AGRICULTURA PERIURBANA EN PILAR

Andrés Barsky
Instituto del Conurbano – Universidad Nacional de General Sarmiento
abarsky@ungs.edu.ar
Índice de Scripta Nova

Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. XIV, núm. 331 (64), 1 de agosto de 2010
[Nueva serie de Geo Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana]




Sofía Astelarra
Instituto del Conurbano – Universidad Nacional de General Sarmiento

Luciana Galván
Instituto del Conurbano – Universidad Nacional de General Sarmiento

Un caso de intervención territorial en el cinturón verde de Buenos Aires ante la necesidad del abastecimiento alimentario a la ciudad. Análisis de la experiencia de implementación de un programa de sostenimiento de la agricultura periurbana en Pilar (Resumen)

En el presente trabajo se evalúa la aplicación de un programa de sostenimiento de la horticultura llevado a cabo en los tres últimos años en la jurisdicción del periurbano que más ha sufrido la urbanización en la Región Metropolitana de Buenos Aires: el partido de Pilar. El mismo, auspiciado por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria y la Municipalidad, fue implementado con productores de origen boliviano. Se muestran los aspectos positivos y negativos de la experiencia considerando en qué medida los horticultores incorporaron “buenas prácticas agrícolas” a sus procedimientos. Ante la reciente creación de una agencia agrícola nacional especializada en agricultura urbana y periurbana, se señala la necesidad de gestionar el territorio periurbano para proteger el cinturón productivo.

Palabras clave: periurbano, horticultura, Estado, buenas prácticas, quinteros bolivianos, vulnerabilidad.
Implementing a periurban agriculture protection program for food supply to Buenos Aires Metropolitan Area: Experiences in Pilar county (Abstract)

In the last decades, Pilar, a periurban county that belongs to Buenos Aires Metropolitan Region, has been the most affected by accelerated urbanization. This paper tends to analyse a current “good practices” program that has been developed with horticulturalists for the last three years. This initiative, signed by the Municipality of Pilar and the National Institute for Agricultural Technology, was directed to bolivian market gardeners. Considering the recent creation of a new national agency specialized in urban and periurban agriculture, the main objective is to suggest that these experiences could be incorporated in its agenda, to generate effective actions to protect periurban areas.

Key words: periurban, horticulture, state, good practices, bolivian market gardeners, vulnerability.
En la actualidad, la agricultura en áreas urbanas y periurbanas proporciona comida a cerca de 700 millones de residentes en las ciudades, es decir, a un cuarto de la población urbana mundial (FAO, 2002). Buenos Aires, asentamiento humano de 13 millones de habitantes cuyo radio de influencia metropolitano abarca un espacio de 200 kilómetros de largo por 100 de ancho, es abastecida a diario por productos frescos generados desde un cinturón productivo “de cercanías”: el complejo periurbano.

El presente artículo consiste en evaluar de modo preliminar la aplicación de un programa de sostenimiento de la horticultura llevado a cabo en la localidad satélite que ha sufrido el crecimiento urbano relativo más acelerado de toda la región metropolitana durante la última década y media: el partido de Pilar[1]. Es la continuación de trabajos anteriores sobre el tema (Barsky, 2005; Barsky y Vio, 2007; Barsky, 2008; Barsky, Astelarra y Galván, 2009; Barsky, Astelarra y Galván, 2010; Barsky, Astelarra y Galván, 2010 b), cuya lectura se recomienda. Pero tiene la particularidad de que se sitúa temporalmente sobre la finalización del programa (abril de 2010) y en el contexto de la reciente puesta en funcionamiento de una estación experimental especializada en agricultura urbana y periurbana por parte del organismo de ciencia y tecnología estatal que gestiona el complejo agrario en Argentina: el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria). La importancia de la oportunidad nos lleva a realizar un balance de la experiencia y a generar una serie de recomendaciones para el futuro inmediato, en lo referido a acciones que el Estado puede articular con los actores de la producción a fines de sostener la ruralidad en los bordes de la ciudad.

La estructura del trabajo es la siguiente: en la primera parte, se caracterizarán los núcleos hortícolas localizados en Pilar, jurisdicción perteneciente al periurbano norte de la Región Metropolitana de Buenos Aires (RMBA). En este sentido, se describirán las situaciones de vulnerabilidad a las que están sometidos los actores productivos considerando los niveles de urbanización. En la segunda parte, se realizará una evaluación de los avances del programa. Se hará hincapié especialmente en el grado de adopción de “buenas prácticas agropecuarias” (BPA) por parte de los horticultores. En las conclusiones se establecerá qué aprendizajes ha dejado la experiencia y cómo la nueva unidad experimental del INTA puede capitalizarlos. En definitiva, el organismo debe considerar instrumentos de intervención territorial plausibles de ser aplicados en el universo de la micro producción que responde a la demanda urbana cercana (Abba, 2007).

Caracterización de la horticultura en Pilar

La producción de alimentos que se realiza en el denominado cinturón verde bonaerense de las zonas de borde de la ciudad o periurbanas se ha desarrollado a lo largo del siglo XX gracias a la presencia de migrantes de ultramar, españoles e italianos primero y portugueses después. A partir de la década de los sesenta el sector se vio afectado por la falta de mano de obra y por otros factores de índole coyuntural, por lo que la actividad comenzó a ser realizada por horticultores de países limítrofes, principalmente bolivianos de origen andino. En un principio, éstos trabajaron como medieros de los portugueses y de esta manera fueron instalándose en el periurbano de Buenos Aires. De acuerdo a diversos estudios y testimonios orales, llegaron primero al partido de Escobar, estableciendo allí un núcleo a partir del cual se expandieron hacia el resto de la RMBA. En las últimas décadas, este proceso se ha acentuado y consolidado de manera tal que se lo denomina fenómeno de “bolivianización” de la horticultura (Benencia, 2006).

Con respecto al caso de estudio, la mayoría de los horticultores de Pilar proceden del departamento de Potosí. Provienen de la denominada “cabecera de valle” de la provincia sudoriental de Nor Chichas, una región de clima templado con distintos pisos ecológicos, productora de duraznos, uvas, peras, alvarillos (damascos pequeños), también especializada en la ganadería equina (caballos y mulas). Asimismo, se caracteriza por el desarrollo de la actividad textil (son muy importantes los bordados del cantón Calcha). Al provenir de zonas de valle y no del altiplano, los productores son fundamentalmente quechua hablantes. De acuerdo al cónsul adjunto de Bolivia en Argentina, Antonio Abal Oña (27/3/10), la llegada de bolivianos a Buenos Aires constituye la ampliación territorial del conocido ciclo migratorio “golondrina” que se daba a mediados de siglo XX en Salta y Jujuy, cuando los trabajadores migraban a la zafra azucarera del norte argentino. Señala que lo hacían, entre otros motivos, con el fin de acumular recursos económicos para comprar la máquina de coser Singer, un bien de capital muy valorado a la hora de mejorar la calidad de los bordados. En las últimas décadas, esta combinación de conocimientos agrarios y textiles se han desplegado con fuerza en el medio periurbano y urbano de Buenos Aires.




Figura 1. Localización de explotaciones hortícolas manejadas por migrantes bolivianos en partidos de la RMBA.
Fuente: Le Gall y García (2010). Elaborado por Julie Le Gall, en base a datos del Censo Hortiflorícola 2005 de la Provincia de Buenos Aires.


En la actualidad, se estima que en el periurbano norte de la RMBA, 7 de cada 10 explotaciones hortícolas son familiares, es decir, un 70,6 %; mientras que 11,4 % son explotaciones familiares con asalariados; el 14,7 explotaciones familiares con medieros y finalmente encontramos un 3,3 % son empresas familiares con medieros y asalariados. Los establecimientos hortícolas en la categoría de explotación familiar (con y sin medieros, con asalariados) tienen entre 2 y 5 hectáreas, mientras que para la categoría de empresa familiar tienen entre 5 y 19 hectáreas. En relación a la incorporación de tecnología sólo un 18% ha adquirido el invernáculo, el resto continúa realizando la producción a campo (Benencia, Quaranta y Tasara 2009).

Según el Censo Nacional Agropecuario 2002, en el partido de Pilar se destinan 1.185 hectáreas a la producción agropecuaria, de las cuales 467,9 (40 %) se utilizan para la producción de hortalizas (lo que corresponde a un tercio de la superficie hortícola de la zona norte de la RMBA). Esto marca su nivel de especialización. A su vez, el Censo divide entre 467,9 hectáreas de horticultura a campo y 30.500 metros cuadrados de horticultura bajo invernáculo, mostrando un claro perfil en producción de “hoja verde” y cierta presencia del fenómeno de producción bajo cubierta (Barsky y Vio, 2006).

La estructura agraria de Pilar presenta características que se corresponden con las de la región norte: el 70% de las explotaciones agropecuarias son de tipo familiar, con establecimientos hortícolas de entre 2 y 5 hectáreas, en su mayoría arriendan la tierra y sólo un 18% trabaja el invernáculo. Según datos de la Embajada de Bolivia en Argentina al momento de firmarse el PRO.A.A.S. (año 2007), de las 58.000 familias que viven en Pilar se estimaba que entre 2.000 y 2.500 corresponden a población boliviana, desempeñándose muchos migrantes como jardineros y agricultores. Aquellos que han desarrollado la producción primaria en el partido lo han hecho a partir de un proceso de movilidad social y económica denominado “escalera hortícola boliviana” (Benencia, 2006), es decir, han ocupado distintas posiciones laborales en la actividad empezando como peones, luego medieros, luego arrendatarios, en algunos casos propietarios de la tierra y finalmente puesteros. Tal como hemos señalado, en Pilar se constata un porcentaje mayor de explotaciones familiares bajo arriendo.

Benencia (2006) señala algunos patrones que permiten caracterizar la conducta de los migrantes trasnacionales andinos: combinan un uso fuerte de las redes familiares fundamentales para instalarse en la región; estrategias económicas que favorecen el acceso a la tierra; creación de redes de comercialización propias y un contacto frecuente con las comunidades de origen que les permiten recrear su cultura. De acuerdo al cónsul Antonio Abal Oña, en definitiva se reproduce la lógica del ayllu (comunidad familiar extensa y ampliada). Tales situaciones permiten dar cuenta del potente fenómeno de “bolivianización en red” (Barsky y Vio, 2007).

Un efecto del mismo es la compleja construcción territorial observable en el cinturón verde bonaerense, también caracterizada como archipiélago hortícola (Le Gall, 2008), en el cual -tal como se ha señalado- se establece un primer núcleo en el que se instalan los actores y a partir del cual comienzan a “tejer” esta red persistente y capaz de proveer de alimentos a la región Metropolitana. La metáfora no podía ser menos oportuna, dados los conocimientos sobre bordado que poseen muchos migrantes.

De acuerdo a Manzano Fernandez (2005), es posible pensar esta construcción territorial entendiendo que es la resultante de un proceso de apropiación social del espacio. El mismo contiene todos los tipos de espacios sociales, es transformado por las relaciones sociales que allí se asientan, a la vez que influenciado por procesos naturales que han sido codificados por la cultura. De modo que estas relaciones sociales construyen el espacio social a partir de una “intencionalidad, que es una visión de mundo, una forma, un modo de ser, de existir”. La intencionalidad se materializa en el espacio en un movimiento dinámico de territorialización en el cual se recrea un modo de vida particular, un modo de existencia.

Para el caso que estamos analizando es posible comprender la consolidación de los archipiélagos hortícolas (Le Gall, 2008; Le Gall y García, 2010) en términos de la materialización de una territorialidad particular llevada adelante por los horticultores bolivianos. Como hemos señalado, esto está relacionado a ciertos patrones culturales y sociales. A su vez, un rasgo distintivo de muchos agricultores es su procedencia campesina.

En términos de Sevilla Guzmán y González de Molina (2004), el campesinado se caracteriza por “una forma de manejo de los recursos naturales vinculada a los agroecosistemas específicos de cada zona, utilizando un conocimiento sobre el entorno condicionado por el nivel tecnológico de cada momento histórico y el grado de apropiación de tal tecnología, generándose así distintos grados de campesinidad.”. De modo que en la territorialidad construida es posible encontrar rasgos que remiten a grados de campesinidad relacionados con la historia social y cultural de los migrantes bolivianos. La quinta funciona como un espacio de producción y reproducción de la vida. En ella desarrollan tanto sus actividades de subsistencia (cultivo de plantas aromáticas, cría de animales de granja) como aquellas referidas a los cultivos de renta (producción de hortalizas, frutillas). Podría decirse que si bien estos horticultores se insertan en la lógica monetaria, no prima una racionalidad totalmente capitalista en su comportamiento. Poseen un saber práctico de manejo de los recursos bióticos de la quinta relacionado con la cultura de sus lugares de procedencia[2]. Por otra parte, en su adaptación a la producción de hortalizas en las pampas han incorporado las prácticas productivas y de manejo de agroquímicos previamente existentes en la región.

Conformación de núcleos hortícolas de Pilar: Situaciones de vulnerabilidad

En el partido de Pilar, el archipiélago se desarrolla en tres espacios productivos: Almirante Irízar, Ruta 25 y Zelaya. Estas tres zonas pueden ser consideradas núcleos hortícolas; cada uno de ellos tiene características particulares de acuerdo a: conectividad con centros urbanos, procedencia de la migración andina y tipo de territorialidad construida, estos últimos fuertemente relacionados entre sí.




Figura 2. Localización de zonas hortícolas productivas en el partido de Pilar.
Fuente: Barsky (2008), en base a mapa de la Municipalidad de Pilar.


Tal como hemos señalado en trabajos anteriores (Barsky y Vio, 2007), en Pilar se ha generado en la última década y media un acelerado proceso de reconfiguración territorial como consecuencia del desembarco de inversiones inmobiliarias e industriales, con su correlato en el crecimiento de la población y la expansión del tejido urbano. De modo que estas dinámicas, accionadas por distintos actores sociales que motorizan la urbanización, tienden a amenazar la persistencia de la producción hortícola en el partido, ya que la competencia por el suelo es una característica esencial del complejo periurbano. Estas situaciones de vulnerabilidad adquieren rasgos diferentes en cada agrupamiento. Las mismas se detallan a continuación.

Almirante Irízar (Fátima)

Este núcleo es el más importante. Se encuentra lindando con el Parque Industrial Pilar (PIP) y con un área de bajo poblamiento que constituye uno de los sectores rurales más definidos del partido, con explotaciones agropecuarias de menor tamaño que producen commodities de exportación (tales como soja, trigo y maíz), cascos de estancia en proceso de fraccionamiento, etc. El Parque Industrial Pilar está ubicado a 2 kilómetros de la Ruta Nacional Nº 8 (Acceso Norte, ramal Pilar), con la que se comunica a través de dos accesos. Los horticultores bolivianos aprovechan inteligentemente esta situación y también los utilizan. Esto les proporciona mayor conectividad con los centros urbanos y los mercados.

En esta zona se está produciendo un fraccionamiento de la tierra a causa de la presión ejercida para realizar emprendimientos industriales y la reciente conversión de la ruta 6 en autopista, que se encuentra unos 5 kilómetros al oeste. También se registran cambios en el uso del suelo debido a la expansión de la frontera agrícola. De manera que este tipo de presiones sobre la tierra constituyen las principales amenazas a la persistencia de la actividad hortícola.




Figura 3. Pequeño productor cultiva hoja verde en la zona de Almirante Irízar.


Sin embargo, debido a su lejanía relativa respecto de zonas urbanas, urbanizaciones cerradas y rutas principales, en este núcleo encontramos productores más favorecidos en términos de tenencia de la tierra (arrendamiento asegurado). A su vez, en lo que respecta a la producción están presentes ambas dinámicas: cultivos a campo e incorporación incipiente del invernáculo. En este grupo, compuesto por unos 50 productores, 35 productores familiares que manejan menores extensiones (hasta 2 hectáreas) se encuentran en una situación de mayor vulnerabilidad, ya que no han podido capitalizarse, están más expuestos frente a las inestabilidades climáticas que afectan a la producción y no cuentan con mano de obra extrafamiliar debido a la competencia de los salarios de la ciudad (sector de la construcción). Entre los productores medianos (3 a 5 hectáreas), alrededor de 10, y los más grandes (más de 5 hectáreas), aproximadamente 5, se registra una mayor capacidad para invertir en cultivos rentables como la frutilla (que requieren riego por goteo y lomos con cobertura plástica), mayor presencia de la mediería y comienzan a trabajar el invernáculo. En definitiva, la persistencia de esta zona productiva se sostiene en el mediano plazo, en la medida en que la expectativa de valorización de esta tierra periurbana, aún zonificada como de “uso agropecuario intensivo”, no se concrete. Pero su problema principal es la falta de mano de obra[3].

Ruta 25 (sur)

En esta zona productiva, unas 25 quintas se localizan a lo largo de la ruta o sus alrededores, por lo que tienen una conectividad fluida y rápida con los centros urbanos y con el mercado de Pilar (Cooperativa “2 de septiembre”, creada en 2002), que está sobre la misma vía de comunicación. Su vinculación funcional es con el partido de Moreno, pues se nuclean con otros productores de esa jurisdicción, siendo muy importante en la zona el trabajo de los técnicos del Instituto Municipal de Desarrollo Económico Local (IMDEL), creado por ese municipio en el año 2000.

En este espacio se registra una situación paradójica: hay determinados productores, unos 10, que han accedido a la propiedad del suelo y manejan el invernáculo. Sin embargo, la valorización de estas tierras es muy veloz y la horticultura compite con urbanizaciones cerradas, galpones logísticos, industrias, etc. El municipio tiene intenciones de desarrollar allí un corredor industrial. De modo que el establecimiento de esta política de ordenamiento territorial pone en situación de alta vulnerabilidad a la actividad, ya que comienza a estimularse la radicación de industrias en lotes que hoy en día se destinan la producción hortícola o son contiguos a la misma. Por otro lado, esta zona está muy valorizada debido a su conectividad con el centro de Pilar, por lo que también podría atraer el establecimiento de nuevos emprendimientos residenciales privados.

Tal como hemos constatado en las entrevistas a los productores y a informantes clave, la conformación de los núcleos productivos está influenciada por la procedencia de la migración. Mientras en Irízar son mayoritariamente de Potosí, en ruta 25 además de potosinos encontramos migración de distintas regiones del departamento de Sucre. Las prácticas productivas en la región de Potosí tienen más que ver con la producción para autoconsumo con una venta del excedente en el mercado. De acuerdo a los testimonios orales, la organización social es más aproximada a la del tipo campesino. Respecto de Sucre, algunos productores también informan tener procedencia campesina, pero otros afirman haberse dedicado en su lugar de origen a la comercialización tanto de productos agropecuarios como de otros bienes.




Figura 4. Las quintas hortícolas de Ruta 25 son contiguas a urbanizaciones cerradas.


Independientemente de que en este espacio productivo se registra una mayor diversidad cultural y un mayor perfil capitalista en determinados agentes, los productores arrendatarios están expuestos a situaciones de máxima vulnerabilidad mientras que los productores propietarios podrían subsistir en la medida en que continúen con la intensificación de la producción a través del invernáculo. Sin embargo, el alto valor de la tierra puede incentivar la venta de esos lotes.

Zelaya

Ubicada al noroeste del partido de Pilar, es una zona más alejada de las vías de rápida conectividad (rutas, autopistas, etc.). Está en el área de influencia de Escobar y se comunica con ese partido a través de la localidad de Matheu. En este núcleo, aproximadamente 80 hectáreas están destinadas a la producción de hortalizas. Unos 20 productores familiares arriendan la tierra al mismo propietario. Aquí se genera una situación de vulnerabilidad extrema, ya que es una zona muy cotizada para la construcción de countries por su alto valor paisajístico (los cotizados entornos “verdes” o “naturales” buscados por la población de altos ingresos de la ciudad). Sin embargo, debido a problemas judiciales en la sucesión de la herencia, la misma aún no ha podido ser vendida. Es decir, son tierras que aguardan a la resolución legal de esta situación para ser comercializadas, mientras la arriendan a productores hortícolas que las mantienen en producción.

En este núcleo, los horticultores pertenecen a un grupo religioso evangélico, lo cual genera mayor cohesión social y fortalecimiento de la red social y comunitaria. Resulta muy significativo que en el medio de este gran lote se emplazan el templo y una cancha de fútbol: representan los espacios de la sociabilidad (Le Gall, 2008). Por otra parte, la procedencia de los quinteros es en su mayoría de la región de Potosí, Bolivia. De origen católico y campesino, fueron convertidos al protestantismo en Argentina. El cónsul Antonio Abal Oña (18/3/10) sostiene que las iglesias evangélicas han penetrado fuertemente en la comunidad boliviana de Escobar debido a que la estructura orgánica del ayllu representada en su autoridad mayor, el jilacata, ha sido alterada al producirse la migración. Por lo tanto, estas iglesias ocupan el vacío que deja la transformación del ayllu original.




Figura 5. El templo evangélico y la cancha de fútbol nuclean a los productores de Zelaya.


De modo que, dadas sus características, se trata de grupos muy sinérgicos. Sin embargo, esta situación se produce en la zona de mayor vulnerabilidad. Una vez resuelta la situación legal, las tierras serán vendidas a algún desarrollador inmobiliario y estos grupos migrarán hacia otras zonas del periurbano. Probablemente lo harán a Exaltación de la Cruz o Campana, donde también se asientan otros grupos evangélicos y la urbanización del campo es muy incipiente.

La implementación del programa de sostenimiento de la horticultura periurbana

El programa de Promoción de la Actividad Agropecuaria Sustentable (PRO.A.A.S.) ha sido reglamentado por la Municipalidad de Pilar en 2006 a los fines de incorporar a los productores hortícolas a una iniciativa más amplia: el Programa Federal de Renconversión Productiva para la Pequeña y Mediana Empresa Agropecuaria “Cambio Rural” (C.R.), generado desde la Secretaría de Agricultura de la Nación y coordinado por el INTA. Se puso en funcionamiento en 2007 y en abril de 2010 el Programa estará concluyendo su tercer y último año de funcionamiento.

De acuerdo a la ordenanza municipal que lo enmarca, el Programa tiene como objetivo principal compatibilizar la actividad agropecuaria con el crecimiento urbano que viene registrándose en el partido. Se plantea como una herramienta de regularización de la actividad, señalándose la necesidad de establecer un ordenamiento ambiental y territorial (PRO.A.A.S., 2007).

En trabajos anteriores (Barsky, 2008), se especifican los aspectos operativos del programa y se señala que el mismo ha generado un capital social valioso en el territorio, logrando un importante grado de articulación entre la Municipalidad de Pilar, el INTA y las comunidades de productores bolivianos. Sin embargo, a días de finalizar la experiencia también se detecta cierto agotamiento por parte de los actores involucrados, a tal punto que todo indica que PRO.A.A.S.-C.R. no será prorrogado por un año más (opción que el programa habilita). Más adelante volveremos sobre este punto.

El presente artículo es la continuación de otros (Barsky, Astelarra y Galván, 2009; Barsky, Astelarra y Galván, 2010; Barsky, Astelarra y Galván, 2010 b), en los que se realiza una evaluación de los avances y retrocesos que registró PRO.A.A.S.-C.R respecto de en qué medida los horticultores han ido incorporando las recomendaciones de los técnicos para mejorar sus prácticas productivas, a fines de incorporar en el mediano plazo las Buenas Prácticas Agropecuarias (BPA). En definitiva, el programa promueve la adecuación de las actividades primarias a las BPA establecidas por los manuales (Gómez Riera, P. y Hübbes, S. 2001; Curcio, 2006, en base a Feldman et.al., 1999), a fin de disminuir su impacto en el ambiente.

A lo largo de la aplicación de PRO.A.A.S.-C.R. se llevaron a cabo diversas iniciativas tendientes a que los productores vayan incorporando las BPA. Es oportuno mencionarlas:

1) Durante 2007 se conformaron los grupos de horticultores de CR definiendo ocho áreas territoriales dentro de los tres espacios identificados como núcleos hortícolas de Pilar: Almirante Irízar, Ruta 25 y Zelaya.

2) Durante 2008, en tres grupos seleccionados se realizó la experiencia piloto de implementar el denominado “Libro de Campo”, un cuadernillo acompañado de fichas técnicas donde los productores debían registrar todas sus actividades.

3) En el mismo año se montaron nueve invernáculos a los fines de que sirvan de centros de capacitación para los productores, ya que la mayoría de los productores de Pilar no cuenta con este tipo de estructuras ni posee experiencia previa en el manejo de cultivos bajo cubierta.

4) Posteriormente se construyeron 54 depósitos de agroquímicos. Para hacerlo, el municipio de Pilar, que contó con un subsidio para el estímulo del invernáculo en el periurbano norte y oeste otorgado por Presidencia de la Nación, entregó de forma gratuita materiales para su construcción. Previo a la entrega de los mismos, los técnicos del programa debieron presentar un plano de la quinta indicando el lugar más adecuado para cada emplazamiento, teniendo en cuenta la pendiente del terreno, la distancia a la casa familiar, a los cultivos y a los pozos de captación de agua. En forma simultánea, capacitaron a los horticultores respecto del orden y mantenimiento del depósito. Por su parte, los productores debían construir el piso según las indicaciones del municipio. Luego, una empresa constructora se encargaría de construir el depósito propiamente dicho.

5) De manera simultánea se realizaron jornadas de capacitación para técnicos y productores sobre temas específicos como: comercialización, seguridad e higiene, manejo de agroquímicos, manejo de platines y cultivo de frutilla, entre otros.

Evaluación de PRO.A.A.S.-C.R[4]

Como se ha mencionado, actualmente el Programa está concluyendo su tercer año de funcionamiento. Los logros alcanzados hasta el momento aún son incipientes. Sin embargo, representan un avance importante en relación a las condiciones de producción que se registraban previamente a su puesta en funcionamiento.

A continuación se analiza en qué medida estas iniciativas fueron (o no) exitosas durante su implementación. Asimismo, se discuten otros aspectos que las BPA tienen previsto incorporar en la horticultura y determinadas limitaciones que las mismas presentan en sus presupuestos teóricos.

El Programa tuvo una amplia llegada a los horticultores, alcanzando a 74 (65 %) de las 117 explotaciones hortícolas del partido, de las cuales aproximadamente el 90% son de carácter familiar. Durante sus tres años de implementación no se registraron deserciones significativas. Aquellos productores que se han retirado del PRO.A.A.S.-C.R. lo han hecho debido a la necesidad de mudarse a otros sitios, pues sus contratos (formales y/o informales) habían concluido. En tal sentido, el Programa se ha enfrentado permanentemente con la dificultad de la precariedad en la tenencia de la tierra. Los productores son desplazados por los emprendimientos urbanos e industriales y se encuentran en una situación de inestabilidad debido a los contratos de corta duración que celebran con los dueños de la tierra (contratos de palabra, por comodato de uso o típico de arrendamiento en el mejor de los casos).

En cuanto al Libro de Campo, se comenzó por pedir a los productores que registren los datos relacionados a la aplicación de plaguicidas: fecha de fumigación, producto utilizado, cantidad aplicada, cultivo fumigado, condiciones ambientales y resultados obtenidos. Pese a la insistencia de los técnicos y sus recomendaciones en cuanto a la utilidad de anotar estos datos, no se han tenido resultados positivos. Salvo pocas excepciones, los productores no han llevado registro de sus actividades. Por el contrario, fueron los técnicos quienes hicieron uso de los libros. Algunos de los motivos por los cuales esta iniciativa fracasó radican en el hecho de que los productores no disponen del tiempo requerido o bien porque su grado de alfabetización no es el adecuado. Vale mencionar que el problema de la insuficiente mano de obra en las quintas le resta tiempo a los horticultores para incorporar nuevas actividades. En este sentido, el involucramiento de los hijos en estas tareas constituye una oportunidad, ya que pueden mostrar mayor predisposición y cuentan con mayor formación educativa.

En relación a la construcción de invernáculos, un aspecto positivo consistió en que se construyeron unidades experimentales en las quintas de aquellos horticultores que ya tenían experiencia en la producción bajo cubierta. Por ello, algunos invernáculos pasaron a producir exitosamente. Sin embargo, en el caso de quienes presentaban poca práctica en este particular tipo de producción no fue así. Más allá de este inconveniente, resulta importante tener en cuenta la percepción de los horticultores. Muchos de ellos no presentaron interés en la producción bajo cubierta, pues tenían otras prioridades (invertir en herramientas e insumos). Debe considerarse que su situación en relación a la tenencia de la tierra es muy inestable y no tienen seguridad de cuánto tiempo podrán permanecer en las quintas.

La decisión de construir los depósitos de agroquímicos surgió de las observaciones realizadas por los técnicos, quienes advirtieron la precariedad de las instalaciones utilizadas para tal fin (habitaciones rudimentarias, galpones abiertos, sin estantería, piso de tierra, etc.). Esta iniciativa se considera muy importante si se tiene en cuenta que, además de la precariedad de los depósitos preexistentes, los productores tienen un gran desconocimiento de los efectos de los plaguicidas en su salud. Ello provoca una excesiva confianza en sus técnicas de manipulación, lo que pone en peligro a ellos y a sus familias. Sin embargo, se registraron dos inconvenientes durante la implementación de esta iniciativa. El primero tiene que ver con la manera en que se tomó la decisión de la construcción y el segundo con los procedimientos. La construcción de los depósitos fue una decisión que se “bajó” verticalmente, no hubo una instancia de consulta con los productores para conocer sus necesidades y buscar un consenso respecto de cuáles son sus prioridades. En segundo lugar, los materiales y la estructura con que fueron construidos no fueron las adecuadas. Los productores no sentían seguridad ante robos, accidentes o inclemencias meteorológicas. De manera que no están dispuestos guardar allí elementos de valor (económico y de uso) como son los agroquímicos. A su vez, al ser ellos quienes debían construir la base para la estructura, argumentaron no disponer del tiempo necesario para hacerlo (a causa de la falta de mano de obra). Por otra parte, existen situaciones en las que una quinta es subdividida y trabajada por varias familias de medieros, pero sólo uno de los productores se encuentra inscripto en el Programa. Por lo tanto, en ese caso sólo un horticultor recibió el depósito. De esta manera, se generan conflictos en torno al uso del mismo, pues cada familia compra sus propios agroquímicos y pueden sentir desconfianza de guardarlos todos juntos. Un manejo adecuado de los agroquímicos implica considerar todos estos factores.

En cuanto a las capacitaciones, las mismas resultan fundamentales pues son el punto de partida para cualquier cambio que se quiera realizar. Inicialmente, la asistencia a las mismas fue baja, pese a que las temáticas elegidas muchas veces fueron propuestas por los propios horticultores. Para solucionar este inconveniente, se adoptó la estrategia –acertada- de entrega de certificados de asistencia, los que luego sería necesario poseer para acceder a ciertos beneficios del Programa. Vale mencionar que no todos los aspectos implicados en las BPA fueron incluidos en las jornadas de capacitación, sino que se consideraron aquellos más importantes de acuerdo a las características de los grupos de productores. Entre las temáticas se destacan: primeros auxilios en caso de accidentes (derrames, incendios, etc.) o de intoxicaciones con plaguicidas, manipulación de agroquímicos y disposición de sus envases. Los tres aspectos son relevantes puesto que los horticultores no suelen utilizar elementos de seguridad personal, exponiéndose a riesgos de intoxicación; no suelen leer las etiquetas de los productos que indican su grado de peligrosidad y las medidas de precaución y, por último, tanto los envases de agroquímicos como los films de polietileno -que se utilizan como cobertura de suelo o para la construcción de invernáculos y túneles- son quemados, enterrados o dispuestos en basurales improvisados.

En este sentido, se considera que programas como P.R.O.A.A.S.-C.R. necesitan ser acompañados de un sistema de recolección y recupero de los residuos con un tratamiento adecuado, de lo contrario se generarán efectos negativos en el ambiente contrastando con lo dispuesto por las BPA: asegurar condiciones de calidad del suelo y del agua. Éstas establecen explícitamente que son fuentes de contaminación “la proximidad de áreas de compostado de residuos vegetales o áreas de almacenamiento de desechos fecales, la presencia de ganado o cría de aves, la cercanía de zonas municipales de acumulación de aguas residuales o sólidos orgánicos, la proximidad a plantas de tratamiento o áreas de evacuación de desechos”. Es decir, se establece con precisión que no deben realizarse actividades productivas en espacios que presentan las características típicas del periurbano, donde la contaminación es una de las principales externalidades negativas que se registran como resultado de la influencia que la ciudad ejerce sobre él. Surge entonces la pregunta acerca de si es posible garantizar las condiciones de producción requeridas por las BPA dada la diversidad de actividades y situaciones que se observan en el periurbano. Y en consecuencia, de qué manera mejorar dichas condiciones y las condiciones de vida de los horticultores.

Siguiendo con las exigencias de las BPA, se destaca por su importancia la del conocimiento por parte de los productores de la reglamentación existente relacionada con los procedimientos productivos. La capacitación que estos actores implica un importante esfuerzo por parte de los técnicos. En primer lugar, para despertar el interés de los horticultores en la temática y, en segundo, a la necesidad de gestionar y brindar información específica. Tareas que se suman a la larga lista de obligaciones que tienen asignadas.

Por otra parte, las BPA son extensivas a la etapa del transporte de las mercaderías, la que no se encuentra exenta de obstáculos para su cumplimiento. En tal sentido, dado el bajo grado de capitalización que presenta una gran parte de los productores, muchos de ellos se ven en la obligación de contratar fletes, con lo cual no tienen el control total sobre las condiciones sanitarias del camión, y en general no es éste el criterio que guía la elección del servicio sino su costo. A su vez, los que sí pueden solventar un vehículo desconocen los procedimientos de transporte de la mercadería establecidos por las BPA. Por lo tanto, este aspecto también debe ser incluido en las capacitaciones.

Como fuera mencionado, las BPA exigen asegurar las condiciones de calidad del suelo productivo. Para asegurar dicha calidad y no contaminar los productos, es necesario realizar rotaciones de cultivo y dejar los lotes en barbecho durante tiempos específicos. Condiciones similares se requieren cuando se aplican enmiendas orgánicas en lotes donde se cultivarán productos con su parte comestible en contacto con el suelo (se requiere esperar 6 meses). Dado que la horticultura periurbana es una actividad que se desarrolla en espacios parcelados de menores extensiones, la rotación de cultivos es constante al tiempo que el uso del suelo es intensivo. Por ello, los productores no están en condiciones de cumplir con períodos prolongados de descanso de la tierra, ya que al disponer de espacios reducidos necesitan tenerlos bajo producción la mayor parte del año, ya que su subsistencia depende de ello.

Otras exigencias de las BPA se refieren a los sistemas de riego y las instalaciones existentes en las quintas. En este sentido, se plantea que se debe utilizar el sistema de riego más efectivo y en el cual el contacto del agua con la parte comestible de la planta sea mínimo (el recomendado es riego por goteo). A su vez, exigen que las instalaciones presentes en las quintas cumplan con una serie de condiciones: piso de cemento, construcción de estructuras durables -como son los tinglados-, estructuras de desagüe y tratamiento de efluentes. Si bien estos no fueron aspectos centrales durante las capacitaciones, es oportuno mencionar que exigir su cumplimiento implicaría para los productores determinadas erogaciones monetarias que en su mayoría no están en condiciones de afrontar. Por su parte, los técnicos manifiestan que es necesario esperar que las BPA se vayan incorporando gradualmente a las lógicas productivas de los actores, pues implementarlas implica cambiar modalidades utilizadas por años[5].

Dado que la aplicación de PRO.A.A.S.-C.R. implica la adopción de las BPA, puede decirse que el programa también presenta como objetivos asegurar productos de calidad para los consumidores y mejorar las condiciones de producción de los alimentos (objetivos explícitos en los manuales publicados por el INTA). Para ello, las BPA suponen el cumplimiento de una serie de metas: mayor eficiencia productiva, diferenciación en la oferta, homogeneización, volumen y posicionamiento del producto; menores costos de producción en el marco de alta calidad; posibilidad de comercializar en los mercados; higiene y seguridad laboral; y menor impacto ambiental e inocuidad. Como se ha descripto, muchos de estos requerimientos suponen un grado de inversión que los productores no están en condiciones de realizar. En tal sentido, debe recordarse que la horticultura forma parte de la llamada economía popular (Coraggio, 1997)[6], donde la capacidad de inversión de los actores es limitada. Es aquí, donde debe verse el accionar del Estado, brindando oportunidades que permitan acceder a créditos o subsidios, en particular destinados a los productores más vulnerables.

Por otro lado, tanto el programa PRO.A.A.S.-C.R. como las BPA focalizan la mirada sobre la actividad agrícola y las prácticas productivas sin tener en cuenta que el impacto ambiental puede ser efecto de una multiplicad de causas, donde lo agrícola constituye una actividad en un espacio complejo donde coexisten diversas producciones. En tal sentido, mejorar los procedimientos no depende sólo de las técnicas empleadas sino de que los resultados están condicionados por el complejo contexto en el que se desarrolla la horticultura periurbana. Por ejemplo, la disponibilidad de agua de calidad (concepto de “agua segura” establecido por los manuales) dependerá de que las actividades contiguas no la estén afectando, como podrían hacerlo la existencia de basurales a cielo abierto, urbanizaciones sin redes cloacales o actividades industriales contaminantes. Nuevamente es el Estado quién debe controlar la situación a través de instrumentos de gestión territorial que regulen el mercado de suelos y las localizaciones, mediante la elaboración de un plan estratégico para el corto, mediano y largo plazo. El mismo debe prever un ordenamiento que tenga en cuenta las incompatibilidades de usos de suelo que existen y otras que podrían generarse en el futuro. Para ello es necesario partir de un diagnóstico de la situación de la horticultura. El nivel de gobierno más apropiado para este fin es el municipal, pues es quien está en mayor contacto con los productores y, por ello, quien debería conocer mejor la realidad local. Por este motivo, se destaca la iniciativa del PRO.A.A.S. como programa municipal.

Por otra parte, deben señalarse aspectos relacionados con el funcionamiento del mercado, tales como la inexistencia de algún tipo de regulación de los precios (especialmente “precios sostén” en momentos de ciclos negativos), ya que es sabido éstos presentan grandes fluctuaciones[7]. En otro sentido, la apertura de mercados alternativos al Mercado Central ha permitido que en los últimos años se comercialicen productos con mínimos o inexistentes controles bromatológicos, lo cual desincentiva la implementación de las BPA en los distintos eslabones de la cadena productiva y comercial.

En definitiva, la evaluación de PRO.A.A.S.-C.R. registra puntos altos y bajos que muestran la complejidad del interrelacionamiento entre los técnicos y los horticultores bolivianos, sumado a las particularidades que presenta el territorio periurbano. Todas estas experiencias deben ser consideradas por los funcionarios de la nueva estación experimental del INTA especializada en agricultura urbana y periurbana (INTA AUPU-AMBA).

Conclusiones

Como se ha mencionado, la implementación de PRO.A.A.S.-C.R. está finalizando en Pilar y lo más probable es que no se solicite la prórroga por un año más para que el programa le de un cierre a varios de los aspectos recién descriptos. En este sentido, debe considerarse que se ha registrado un desgaste entre los actores intervinientes que responde a diversos motivos. Por una parte, la problemática implementación de los depósitos de agroquímicos –motivada en una preocupación muy bien intencionada- generó agotamiento y pérdida de expectativas en los productores. Por otra parte, los técnicos han sentido en exceso las diversas demandas del Programa (Pizarro y Aboitiz, 2008), registrándose cambios en la composición los grupos. A su vez, el personal de las agencias INTA de los alrededores de Buenos Aires ha estado expectante ante la creación de la nueva estación AUPU-AMBA y, a otro nivel, del nuevo Ministerio de Agricultura, lo que también implica que hubo elementos de contexto que alteraron el funcionamiento institucional. Por otra parte, la Municipalidad de Pilar fue afectada por diversas reestructuraciones de organigrama y cambios en su funcionariado político durante el año 2008. Todos estos factores han determinado que desde ninguno de los grupos involucrados (INTA, Municipalidad, productores) surja la iniciativa de solicitar su continuidad[8].

La unidad experimental INTA AUPU-AMBA se encuentra actualmente en plena tarea de organización territorial de sus sedes[9]. Por otra parte, a partir de 2008 C.R. se implementó por convenio en Escobar, Moreno, Exaltación de la Cruz, Luján, General Rodríguez, Marcos Paz y Mercedes (Campana también lo ha hecho recientemente, pero sin convenio). Todas estas iniciativas son de muy alto valor en el sentido de conformar un “banco de experiencias” que debe nutrir a la nueva gestión del INTA AUPU-AMBA a los fines de pensar en instrumentos de intervención técnica y territorial para sostener a la agricultura periurbana. PRO.A.A.S.-C.R, que comenzó a gestarse en Pilar en mayo de 2004, fue un emprendimiento pionero y se ha replicado posteriormente en otros territorios[10]. Tal como hemos analizado, las situaciones de vulnerabilidad en las que se encuentran muchos productores hortícolas tienen que ver con las amenazas presentes en el territorio, tanto como la ausencia de mecanismos de ordenamiento que garanticen la persistencia de la actividad. La nueva estación tiene la oportunidad de incorporar estos saberes y transformarse en un actor que tenga capacidad de influencia sobre los niveles provincial y municipal, a fines de proteger el cinturón verde productivo y los pulmones periurbanos.



Notas

[1] El programa de Promoción de la Actividad Agropecuaria Sustentable (PRO.A.A.S.). Acerca de su implementación, ver: Barsky (2008) y Feito (2009).

[2] En este sentido, el cónsul Antonio Abal Oña (18/3/10), prefiere hacer referencia a “grupos con arraigo a la tierra” antes que a campesinos propiamente dichos.

[3] Desde la recuperación económica del país (2002 en adelante), se viene registrando una aguda escasez de mano de obra en las quintas debido al aumento de los salarios urbanos, especialmente en el sector de la construcción (Barsky, 2008). Pedro Aboitiz, agente de proyecto de la Agencia INTA Escobar, nos informa que durante el verano de 2010 las granizadas y el alto precio de la electricidad afectaron notablemente a los quinteros. El fenómeno fue de tal gravedad que muchos patrones negociaron con los medieros un manejo compartido de la quinta (“semi-patronazgo”) a cambio de que no abandonen la explotación.

[4] Muchas de estas ideas están desarrolladas en un trabajo anterior (Barsky, Astelarra y Galván, 2009).

[5] La cuestión de las BPA no puede estar al margen de las estrategias de reproducción económica de los productores. Por ejemplo, como consecuencia del fenómeno de El Niño en los meses de verano de 2010 se han registrado precipitaciones muy copiosas en Buenos Aires, lo cual ha impactado fuertemente en las quintas periurbanas que producen a campo (ello se reflejó en los muy altos precios de la lechuga en los supermercados y verdulerías, entre otros productos). En estos casos, la utilización de plaguicidas ha sido intensa por parte de los horticultores a fines de “salvar” lo cosechado.

[6] Entendiéndose a la economía popular como “un subsistema que vincula y potencia (mediante relaciones políticas y económicas desarrolladas sobre un sustrato de relaciones de parentesco, vecinales, étnicas, y otras relaciones de afinidad) las unidades domésticas populares (unipersonales, familiares, comunitarias, cooperativas) y sus organizaciones particulares y sociales relativamente autónomas. Su sentido está dado por la reproducción transgeneracional ampliada de la vida (biológica y cultural) de los sectores populares” (Coraggio, 1997: 62).

[7] Este tipo de regulaciones son de difícil aplicación en un mercado donde la alta perecibilidad de los productos y el individualismo de los agentes hacen que el mismo funcione de manera transparente en un sentido clásico, es decir, de acuerdo a la oferta y la demanda. Ello perjudica notablemente a los quinteros, pues cuando se produce a irrupción masiva de un producto cosechado en el mercado los precios caen a niveles mínimos.

[8] En el caso de los productores, no hay un liderazgo que los nuclee y un conocimiento estratégico de la situación que los lleve a movilizarse en torno a esta demanda. A ellos “les llega” como un hecho consumado la finalización del Programa.

[9] En el periurbano Norte y Oeste, tiene una de las cabeceras en Escobar y agencias en Luján, Marcos Paz y Moreno. Asimismo, se está evaluando la posibilidad de abrir una oficina técnica en Capilla del Señor (Exaltación de la Cruz).

[10] Considerando las experiencias de implementación de ferias francas llevadas a cabo en el norte del país (Misiones y otras), las ferias agroecológicas “verdes” como la de Mar del Plata o las ferias realizadas por el programa nacional Pro-Huerta en zonas urbanas (generalmente ferias de semillas, producto de huertas de traspatio), en la actualidad los agentes de proyecto y técnicos C.R. están procurando implementar ferias francas en el periurbano (Aboitiz, 27/3/10). Estas iniciativas pueden resultar significativas para que los municipios, que tienen que reglamentarlas, comiencen a apropiarse de la idea de conservar los espacios buffer del periurbano. Asimismo, pueden estimular la adopción de mejores prácticas agroecológicas por parte de los productores, pues la demanda en este sentido provendría del nivel local. Como señala el cónsul Antonio Abal Oña (27/3/10), debe considerarse que las ferias (qatus) son las articuladoras centrales de la vida social en Bolivia –no necesariamente mercados monetizados-: son, en esencia, ámbitos de sociabilidad e intercambio de información. Sugiere tener en cuenta la experiencia boliviana de la implementación de ferias surgidas en el contexto de la post-descentralización, de la municipalización del territorio considerando las comunidades, hecho acaecido a partir de 1994. Por otra parte, la cuestión central es que los horticultores son quienes deben advertir la conveniencia de incorporarse a este tipo de iniciativas y requisitos excesivos, así como una exigencia de regularización compulsiva (facturación formal), pueden resultar contraproducentes con este objetivo.


Entrevistas realizadas

Lic. Antonio Abal Oña, cónsul adjunto de la República de Bolivia en Argentina, 18/3/10 y 27/3/10.

Ing. Pedro Aboitiz, agente de proyecto a cargo de grupos C.R., Estación Experimental INTA Escobar, 13/3/10 y 27/3/10.



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© Copyright Andrés Barsky, Sofía Astelarra y Luciana Galván, 2010.
© Copyright Scripta Nova, 2010.



Ficha bibliográfica:

BARSKY, Andrés; Sofía ASTELARRA y Luciana GALVÁN. Un caso de intervención territorial en el cinturón verde de Buenos Aires ante la necesidad del abastecimiento alimentario a la ciudad. Análisis de la experiencia de implementación de un programa de sostenimiento de la agricultura periurbana en Pilar. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. [En línea]. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de agosto de 2010, vol. XIV, nº 331 (64). . [ISSN: 1138-9788].

sábado, 18 de septiembre de 2010

VI JORNADAS INTERDISCIPLINARIAS DE ESTUDIOS AGRARIOS Y AGROINDUSTRIALES Buenos Aires, 11, 12 y 13 de noviembre de 2009

Eje Temático 4. Problemas demográficos y de organización del territorio. Migraciones y nuevos espacios agrícolas. El concepto de ruralidad.

¿Ruralidades emergentes o declive de la producción horti-florícola?
Usos y representaciones de los espacios rurales en el partido de Escobar, provincia de Buenos Aires.

Cynthia Pizarro, Doctora de la Universidad de Buenos Aires-Área Antropología, CONICET-FAUBA, cpizarro@agro.uba.ar
Pedro Aboitiz, Ingeniero Agrónomo, INTA, peteraboitiz@gmail.com
Matías Giovannetti, Estudiante de Economía y Administración Agrarias, FAUBA, matiasgiovannetti@yahoo.com.ar
Carlos Javier Moreira, Estudiante de Agronomía, FAUBA, moreirac@agro.uba.ar

Introducción
En esta ponencia caracterizamos las ruralidades emergentes en Escobar, partido del norte del cordón verde del Área Metropolitana de Buenos Aires de histórica producción de flores y hortalizas. Argumentamos que las transformaciones acaecidas en el marco de un modelo neoliberal basado en la no intervención del estado –en sus distintos niveles-, favorecieron el abandono de producciones horti-florícolas de la zona y el incremento de la especulación inmobiliaria y financiera en aquellas tierras de histórico uso agropecuario.
Hemos seleccionado para este estudio un cuadrante ubicado en el noreste del partido de Escobar que consideramos que es el más representativo con respecto a las transformaciones en el uso de tierra que se dieron en los últimos años. Este sector tiene por límite norte una zona de bañados costeros al río Luján, que históricamente han sido poco usados para actividades productivas agropecuarias debido a su ubicación y a las características de sus suelos. El límite este es el Barrio Parque El Cazador, que está localizado en una barranca, más al este de la cual se extienden bañados comprendidos por los ríos Luján y Paraná de las Palmas. El límite sur del cuadrante está conformado por una de las avenidas principales de la ciudad Belén de Escobar que atraviesa el centro de la misma desde la ruta nacional 9 –conocida como “Panamericana”- por el oeste hacia el puerto de Paraná de las Palmas por el este. El límite oeste del sector está conformado por la ruta 9 que corre paralela a las vías del ferrocarril Mitre en dirección norte-sur.
Seleccionamos a este cuadrante para nuestro análisis porque antiguamente era un área rural destinada principalmente a la producción agropecuaria (tambos, cereales y posteriormente horti-floricultura), y la mancha urbana se concentraba sólo en el sud-oeste, abarcando parte de la ciudad de Belén de Escobar –cabecera del partido- y algunos barrios aledaños que se articulaban alrededor de la estación del ferrocarril. Este paisaje comenzó a modificarse a fines de la década de 1960 debido, entre otros factores, a la construcción de la autopista que une las ciudades de Rosario y Buenos Aires, denominada Acceso Norte, sobre la traza de la ruta nacional 9 y a la construcción de las primeras casas de fin de semana en el Barrio Parque El Cazador en la barranca cercana a la ribera. En los últimos años, y tal como mostraremos en este trabajo, la urbanización (impulsada por el uso de la tierra para viviendas e industria) continuó avanzando sobre áreas anteriormente dedicadas a la actividad agropecuaria en el cuadrante analizado, lo que produjo un impacto significativo en la horti-floricultura.
Para este trabajo, nos hemos basado en la información proveniente de distintas fuentes: a) mapa rural del año 2000, b) relevamiento visual de los espacios rurales a través de un recorrido sistemático del área bajo estudio, c) imágenes satelitales, d) base de datos de productores integrantes de grupos del Programa Cambio Rural, generada por los asesores promotores de la Agencia de Extensión del INTA de Escobar, e) encuestas y entrevistas en profundidad a 34 productores del área bajo estudio, f) entrevistas en profundidad a productores de otras zonas del partido así como a otras personas que residen y/o trabajan en el mismo, g) resultados de los Censos Nacionales Agropecuarios (CNA) 1988 y 2002, y h) resultados del Censo Hortiflorícola de la Provincia de Buenos Aires 2005.

Uso de los espacios rurales según actividades económicas y otros destinos
A continuación identificaremos en el cuadrante noreste del partido los usos actuales de espacios que fueron definidos como rurales por los editores del Mapa Rural del Partido de Escobar del año 2000, el cual fue confeccionado en base a planos catastrales oficiales. Analizaremos el tipo de actividades económicas y otros destinos de las parcelas y, también, su ubicación según la proximidad de la urbanización actual. Para este análisis combinamos la información de dicho mapa con aquella proveniente del relevamiento que realizamos entre febrero y junio de 2009 y con imágenes satelitales del año 2006 provenientes del programa Google Earth.
Hemos sistematizado los resultados en el mapa 1[1], que muestra el uso actual de los espacios rurales y las transformaciones acaecidas en los últimos años en el cuadrante analizado. Allí hemos encontrado 222 parcelas que son caracterizadas como rurales en dicho mapa según figura en el cuadro 1. El 38,73% (1372,75 has de 3543,75 has) de la superficie de los espacios considerados como rurales en el mapa analizado es actualmente usada para actividades agropecuarias. Una proporción mayor, el 55,32% (1960,5 has del total) está actualmente en desuso. Mientras que el 2,85% (101 has del total) se destina para servicios (que incluyen el cementerio y el aeródromo municipales). El 1,73% (61,5 has del total) es utilizado para viviendas exclusivamente y el 1,35% (48 has del total) es destinado al uso industrial.
Con respecto a los espacios destinados al uso industrial observamos que la mayoría de las parcelas se concentran en el oeste del sector, en un área limitada por la Panamericana y las vías del ferrocarril, salvo en el caso de dos frigoríficos que se encuentran localizados en el centro del cuadrante. Cabe señalar que la zona aledaña a la Panamericana brinda la posibilidad de acceder rápidamente a vías de comunicación con la ciudad de Buenos Aires, el litoral y el centro del país. Por otra parte, la cercanía de las vías de ferrocarril probablemente también fue un factor de atracción para la industria aunque en la actualidad las empresas ferroviarias se encuentran en franca decadencia. Es destacable que la ciudad de Belén fue creciendo alrededor de la estación Escobar, tal como lo relataron los habitantes locales que entrevistamos.
La proporción del espacio rural de este cuadrante utilizada exclusivamente para viviendas corresponde, por un lado, a antiguas casas de fin de semana y, por el otro, a asentamientos precarios más recientes (de hace aproximadamente 5 años) cuyos pobladores constituyen mano de obra que, según nos comentaron los residentes locales, es empleada eventualmente en los frigoríficos y otros establecimientos agropecuarios de la zona.
Es remarcable a los fines de esta investigación que la cantidad de hectáreas sin uso representa el 55,32% del total de los espacios definidos como rurales por el mapa que tomamos como referencia. Esto se debe a una serie de factores. Por un lado, más de la mitad de estas hectáreas sin uso están localizadas en el norte del cuadrante noreste, y corresponden solo a unas pocas parcelas que se encuentran dentro de los bañados que aún no fueron acondicionados para hacer viviendas. El resto de las hectáreas sin uso se encuentran dispersas en otras áreas del cuadrante y, como veremos, son tierras que anteriormente habían sido utilizadas para la producción agropecuaria y que actualmente se encuentran en especulación inmobiliaria.
A continuación analizaremos el tipo de uso del suelo en distintos sectores del cuadrante bajo estudio, excluyendo las parcelas ubicadas en la zona de bañados que presentan una gran extensión pero que no son destinadas a una actividad agraria significativa. En el mapa 2 presentamos los sectores que utilizamos para el análisis.
Según el mapa 2 y los cuadros 2 y 3, observamos que las parcelas de uso industrial se concentran en su mayoría dentro del sector A1 con 37 hectáreas en las proximidades de la ruta Panamericana y las vías del ferrocarril, que brinda una favorable posición para el transporte. La única excepción son los frigoríficos que se encuentran insertos dentro de los sectores A2 y E1, próximos a parcelas donde se registra actividad ganadera y avícola que posiblemente los abastece. Si bien la transitabilidad de las calles no resulta tan favorable porque son de tierra, aquellas que les brindan acceso están mejoradas posiblemente por parte de los mismos frigoríficos.
El sector A1, si bien conserva 104 hectáreas destinadas a actividad agropecuaria, presenta 191 hectáreas sin uso, de las cuales la mayor parte fueron explotadas en el pasado y actualmente se encuentran abandonadas, rodeadas de parcelas que hasta el momento permanecen en producción. Pero este sector aún conserva dos tercios de su extensión en un entorno rural.
En el sector A4, que presenta 195 hectáreas sin uso, el panorama es otro ya que las parcelas sin uso se hallan circundadas por un barrio cerrado y un predio perteneciente a una congregación religiosa. Estos terrenos anteriormente fueron explotados pero el avance de la urbanización se observa junto a un retroceso de la producción y una fragmentación de terrenos con fin inmobiliario. Si bien no manifiesta un marcado proceso de urbanización, registra un predominio de ubicaciones de transición o rur-urbanas[2].
En cuanto a la relación rural/no rural, el sector A4, por los motivos descriptos presenta 8 hectáreas destinadas a un fin no rural por cada hectárea sí destinada. El sector E3 presenta la relación más baja, de 25 hectáreas no rurales por cada hectárea rural. El avance de dos frentes de urbanización, uno proveniente del Barrio Parque El Cazador y el otro originado por la ciudad de Belén de Escobar a partir de la ruta Panamericana, determinan que en este sector toda su superficie se encuentre en ubicación urbana.
Los sectores A2 y A3 son los únicos en los que todavía predominan los espacios rurales por sobre los demás, y están localizados a una distancia mayor de los espacios urbanizados que el resto de los sectores. Esto se condice con el cuadro 3 de ubicación de parcelas productivas en el sector rural, urbano y rur-urbano, donde se observa que muy poca superficie se encuentra en una ubicación no rural.
Con respecto a la superficie usada para actividades agropecuarias en el sector analizado se puede observar la distribución del tipo de actividades predominantes en el cuadro 4. La superficie destinada a la producción agropecuaria en el cuadrante noreste del partido está constituida por 1.324 ha. Se observa que la ganadería extensiva ocupa 340 ha y la horticultura 173,5 ha. El 58% de la superficie del sector utilizada para actividades agropecuarias (771,5 ha) está destinado a actividades que hemos denominados mixtas. Analizamos este tipo de actividades en el cuadro 5.
Las actividades mixtas varían dependiendo de varios factores, uno de ellos es el mercado. Pero generalmente están constituidas por una actividad principal a la que se le anexan algunas actividades complementarias, que varían dependiendo de las oportunidades que se presenten. En algunos casos podemos encontrar hasta tres actividades en una misma explotación, cuyo objetivo es –presumiblemente- maximizar el ingreso del productor.
La actividad mixta que predomina en el sector bajo estudio es aquella que tiene a la horticultura como actividad principal, con variantes que se describen en el cuadro 5. La horticultura con sus combinaciones ocupa una superficie de 115 has, que representa el 15% de las 771,5 ha destinadas a actividades mixtas. Hacemos notar que la ganadería con sus combinaciones ocupa mayor superficie (656 ha que representan el 85% del total) debido a que se localiza en bañados, pero su carga animal es muy baja por unidad de superficie. Por lo mencionado anteriormente consideramos que la actividad mixta más importante en la zona es la horticultura con sus combinaciones. Queremos agregar que muchos de los productores, con especial énfasis los productores con menos de 2 has y que utilizan mano de obra familiar, completan sus ingresos con trabajos extraprediales.
Tal como se observa en el cuadro 4, del total de la superficie destinada a actividades agropecuarias, el 41% esta ocupado por actividades que definimos como puras, es decir cuando se realiza esa única actividad en esa parcela. En hectáreas, la superficie destinada a una sola actividad agropecuaria representa el 41,73% (552,5 de 1324) del total de ha destinadas a actividades agropecuarias. De estas 552,5 ha destinadas a una sola actividad, la ganadería ocupa 340 ha que representa el 61,54%, la horticultura ocupa 173,5 ha que representa el 31,4%, la fruticultura ocupa 7 ha que representa el 1,27%, la floricultura ocupa 17 ha que representa el 3,08%, la producción avícola ocupa 13 ha que representa el 2,35% y la cría de animales de granja ocupa 2 ha que representa el 0,36%.
Con respecto a las actividades más importantes de la zona, podemos decir que en el caso de la horticultura, que destina 173,5 ha sólo a esta única actividad, tendríamos que sumar las hectáreas que se destinan a aquellas actividades mixtas que tienen a la horticultura como base con otras actividades anexas. Por lo tanto, las hectáreas -puras y mixtas- destinadas a la horticultura son 289, que representa el 21% del total de hectáreas en producción, incluyendo a la zona de bañados. Mientras que la ganadería suma entre puras y mixtas 993 ha lo que constituye el 72% del total de hectáreas en producción agropecuaria considerando los bañados. Así, la ganadería y la horticultura en la actualidad cubren el 93% del total de las hectáreas destinadas a actividades agropecuarias en el sector noreste del partido de Escobar.
Consideremos ahora el relevamiento visual que realizamos de los establecimientos agropecuarios en relación a los datos provenientes de los censos nacionales agropecuarios de 1988 y 2002. Según el CNA 1988 existían 436 explotaciones agropecuarias en el Partido de Escobar. Mientras que en el 2002 había 152 explotaciones. En nuestro relevamiento hemos apreciado una tendencia similar a la observada en los datos de los CNA 1988 y 2002, según la cual las superficies de las explotaciones del partido tienden a concentrarse en los estratos de hasta 5 has. Además, que sobrevive cierta cantidad de explotaciones con superficies mayores a 10 hectáreas, como se puede apreciar en el cuadro 6.
Según nuestro relevamiento, en el cuadrante analizado se observa una tendencia a la concentración de parcelas de hasta 5 ha o de más de 10 ha, estas últimas no destinadas a la horticultura. Las producciones más típicamente pampeanas como la ganadería y el cultivo de pasturas se concentran en la zona de los bañados en el norte del cuadrante analizado, y al este en las cercanías de la Ruta 9 o Panamericana. Encontramos una tendencia similar a la observada por Benencia y Quaranta (2005) en el análisis comparativo que realizan de los censos nacionales agropecuarios de 1988 y 2002 y de los censos hortícolas bonaerenses 1998 y 2001 para la totalidad del Área Metropolitana de Buenos Aries, quienes señalan que a pesar del avance urbano, todavía existen actividades agropecuarias intensivas y extensivas de relevancia social y productiva alrededor de la Ciudad de Buenos Aires. Por otro lado, Benencia (1994) señala la tendencia a la reducción de las explotaciones medias de 5 a 10 ha tradicionalmente usadas para horticultura en los partidos del sur del AMBA, tendencia que se estaría dando también en la zona bajo estudio.
Para complementar el análisis de los usos que actualmente se hacen de los espacios considerados rurales por el mapa rural de 2000, durante nuestro trabajo de campo hicimos un relevamiento de los productores de la zona en base a la información proveniente de la base de datos de productores integrantes de grupos del Programa Cambio Rural, generada por los asesores promotores de la Sub Unidad Estación Experimental Agropecuaria Escobar INTA y a aquella resultante de nuestro propio trabajo de campo. Del total de 40 productores registrados entrevistamos a 34, tal como detallamos en el cuadro 7.
Es remarcable que si bien en el sector analizado la superficie en uso agropecuario que es destinada a ganadería es marcadamente superior que la que se utiliza para la horticultura, son más los productores hortícolas que los ganaderos y los florícolas. La ganadería, por sus características productivas, es la única alternativa para la zona de bañados por lo que la mayoría de los establecimientos dedicados a esta actividad se encuentran en el extremo norte del sector. Por otra parte, resulta interesante que 8 de los 9 establecimientos florícolas se encuentran dentro del tejido urbano de la ciudad Belén de Escobar. Mientras que los otros establecimientos (hortícolas, avícolas, ganaderos y agrícolas extensivos) se encuentran más alejados de la misma, hacia el norte del sector. Aún cuando la urbanización ha ido extendiéndose hacia esa zona merced a la construcción de barrios privados o de asentamientos, las explotaciones hortícolas, de cría de animales de granja y de ganadería se encuentran en áreas que aún preservan cierta fisonomía rur-urbana o rural.

Representaciones sobre el espacio rural
En este apartado analizamos las representaciones locales sobre las transformaciones del espacio rural, basándonos en los registros provenientes de entrevistas a diversas personas que residen y/o trabajan no sólo en el sector analizado sino también en otras áreas del partido de Escobar, algunas de ellas se dedican o se han dedicado a tareas vinculadas con la producción agropecuaria y otras no.
El avance de la urbanización sobre los espacios productivos fue vinculado por los lugareños al establecimiento de barrios cerrados, loteos y asentamientos precarios. Lo caracterizaron como un proceso de los últimos años que se vio favorecido por la presencia de la Panamericana, vía que comunica rápidamente a la zona con la ciudad de Buenos Aires.
Loma Verde [una localidad ubicada en el noroeste del partido] era una parte totalmente arcaica y empezó a tener un cambio bastante significativo, más que nada cuando vino la Panamericana, cuando se amplió la Panamericana. ¿Por qué? Porque el tráfico aumentó terriblemente (entrevista 1, Loma Verde, 20 de febrero de 2009).
Sin embargo, se considera que este proceso se diferencia del acelerado establecimiento de urbanizaciones cerradas destinadas a clases pudientes que se dio en el vecino partido de Pilar porque, a juicio del mismo vecino:
Pilar fue una invasión de countries, ¿no es cierto? Acá hubo una cierta reserva ¿por qué? Porque, habría que dar nombres pero no interesa, se preservó esto para, teniendo ventajas comparativas respecto a la radicación de countries con respecto a Pilar, porque (Escobar) tiene el río, tenía un aeródromo, chico pero ahí está la posibilidad, y un puerto de embarque, que no se terminó porque fracasó un proyecto que en la época de los militares, porque acá querían vender (…) Puerto Madero, ellos pensaban vender Puerto Madero y traer el puerto de transferencia acá. Pero no tomaron en cuenta que esto es todo terreno de sedimentación. Todo lo que está al lado del Paraná de las Palmas es terreno de sedimentación (entrevista 1, Loma Verde, 20 de febrero de 2009).
Aparentemente este proyecto fracasado de construir un puerto en la zona habría sido uno de los factores que marcaron el futuro paisaje local ya que algunos grupos empresarios invirtieron en la compra de tierras, posiblemente motivados por el potencial desarrollo portuario. Así, algunos entrevistados comentaron que el establecimiento en las cercanías de la Panamericana de un grupo de empresarios taiwaneses vinculados al transporte de containers en altamar habría estado relacionado con este proyecto truncado. Los vecinos comentaron también que este grupo brindó apoyo a distintas instituciones locales tales como una cooperativa de electricidad y un jardín de infantes, y que habría considerado el proyecto de fundar una Universidad que nunca se concretó. De todas maneras, el grupo compró tierras y caminos –cerrando una calle pública- en la zona norte del partido, en las cercanías de la Panamericana y las vías del ferrocarril.
Otro grupo empresario que aparentemente habría sido atraído por el proyecto de construir un puerto en Escobar es el que actualmente desarrolla dos establecimientos comerciales de envergadura en el partido. Uno de ellos es un zoológico con un marcado perfil de respeto por la ecología. El otro es un establecimiento lechero cuyos productos derivados son comercializados a nivel regional y están destinados al sector de altos ingresos. Estos establecimientos son abastecidos por la producción que se realiza en campos localizados en distintos puntos del sector bajo estudio, principalmente en la zona de bañados. Ambos establecimientos constituyen un atractivo turístico que recibe visitantes locales y provenientes del área metropolitana de la ciudad de Buenos Aires, atraídos por el consumo de lo rural y de la naturaleza. Estos desarrollos económicos se enmarcan dentro de lo que Macnaghten y Urry (1998) denominan procesos de comodificación de la naturaleza que se fundamentan en una mirada romántica de la misma.
De este modo, la presencia en la zona de clases pudientes, así como las visitas realizadas por quienes residen en áreas urbanas más alejadas y que gustan de la performance del “paseo en auto fuera de la ciudad”, está generando una emergencia de las denominadas nuevas ruralidades, esto es, formas novedosas de valorar los espacios rurales tradicionales a través del consumo del paisaje y de las costumbres asociadas con el campo que se convierten en un espectáculo, un refresco visual. Así, las costumbres y los paisajes rurales son valorizados por el capital, posibilitando la emergencia de emprendimientos comerciales vinculados al turismo rural, a la producción ecológica y a la vida de campo. Hemos observado en la zona estudiada otros establecimientos de este tipo: un tambo manejado de manera ecológica por sus dueños que está inserto en un circuito de turismo rural y, en las inmediaciones del Barrio Parque El Cazador, un establecimiento en el que sus propietarios coleccionan animales de especies exóticas.
La domesticación del paisaje rural, convirtiéndolo en un “espacio de campo en las afueras de la gran ciudad”, también se aprecia en la construcción social de la zona bajo estudio como una naturaleza pintoresca capaz de albergar urbanizaciones e, incluso, algunas actividades industriales. Así lo plantearon algunos vecinos que argumentaron que la ampliación de la Panamericana favoreció que los espacios linderos se usaran para vivienda y actividades industriales, proceso que se fue expandiendo a zonas más alejadas de esta vía de acceso con el correr de los años. Este proceso de urbanización, que mantiene la imagen de cercanía a la naturaleza, se aceleró a fines de la década de 1990:
…. ya se empezaron a radicar algunos emprendimientos industriales como por ejemplo el depósito de vehículos que está allá al fondo y el country de Los Aromos y ahora el Country de Santa María. Todavía no ha tenido una modificación tan importante como Pilar pero ha ido cambiando, la vegetación ¿no es cierto? Esto eran todos árboles, ¿cómo le podría decir? (entrevista 2, Loma Verde, 20 de febrero de 2009).
Asimismo, el entrevistado señaló que se produjo una creciente especulación inmobiliaria que implica el enriquecimiento producido por el traspaso de la renta rural a urbana. Esto, a su juicio, se evidencia en el fraccionamiento acelerado y venta de tierras que antiguamente eran utilizadas para la producción horti-florícola. El lugareño se refirió a un productor que había vendido su quinta para hacer un loteo privado y que con ese dinero había establecido su quinta hortícola en un partido aledaño:
Va a ser muy cara la tierra para cultivar verdura. La tierra es cara, hacen un country ahí y lo que saca ahí compra cuatro o cinco veces (entrevista 2, Loma Verde, 20 de febrero de 2009).
Sin embargo, los entrevistados señalaron que la urbanización no se ha traducido en una mejora en el acceso a los servicios. Particularmente, el sistema de transporte y el estado de las calles es un tema que preocupa a los vecinos, junto con algunas cuestiones vinculadas a la seguridad.
Algunos lugareños comentaron que ha habido una demanda relativamente creciente por parte de empresas industriales para establecerse en espacios cercanos a las vías de comunicación, en tierras que anteriormente eran usadas para la fruti-horticultura. También, se especula con que uno de los grandes grupos empresarios mencionados más arriba, además de dedicarse a actividades productivas (producción bovina y de soja) y de servicios (sede de fundaciones, instituto de salud) pueda estar interesado en acondicionar la zona de los bañados ubicada en el norte del sector para construir un barrio privado. Al respecto de estas tierras, se dice que habían sido compradas con el proyecto de trasladar los depósitos fiscales ubicados en el puerto de Buenos Aires ante la posibilidad de que se construyera el puerto en las cercanías.
El fantasma de los “megacountries” está presente al este de la Panamericana. Si bien hasta el momento los grandes emprendimientos inmobiliarios se concentraron al oeste de la misma, en la localidad de Loma Verde, se teme que en la zona de los bañados se pueda reproducir lo sucedido con el barrio cerrado NorDelta, ubicado en el partido de Tigre, debido a que el grupo empresario en cuestión es propietario de grandes extensiones de terrenos en los bañados y, durante el período en que realizamos trabajo de campo, los vecinos habían observado un movimiento inusual de camiones conteniendo materiales para la construcción hacia esos campos por las poco transitadas y transitables calles de la zona.
Un tema cuya importancia no es menor refiere a las motivaciones por las cuales algunos de los vecinos entrevistados se mudaron a la zona. Casi todos los productores con quienes conversamos son inmigrantes italianos, portugueses, españoles o bolivianos que llegaron en busca de tierra para trabajar en sucesivos momentos desde mediados del siglo XX hasta la actualidad. Sólo conversamos con dos productores cuyos antepasados eran originarios de la zona. Un productor hortícola italiano recordaba que se estableció en la zona en la década de 1960 porque
… teníamos parientes, una prima allá, Zárate, yo tenía trabajo allá en Zárate, donde vine de Italia a la fábrica, a la papelera, después no me gustaba allá, trabajaba para patrones, me vine a trabajar en la quinta, me vine con una hermana acá que estaba de medianera y trabajamos 8 años juntos de medianera en una quinta, después de 8 años compré acá un pedacito y empecé a hacer la casa que no la había hecho tampoco, y me metí adentro y empecé a trabajar solo acá (entrevista 3, Chechela, 19 de mayo de 2009).
Una entrevistada que reside desde mediados del siglo XX en una casa-quinta en Loma Verde, planteó que uno de los motivos por los que muchos vecinos que tenían casas de fin de semana en la zona se radicaron definitivamente se debió a:
… la crisis, hubo una crisis en él.... ‘89. Que no podían mantener dos, irse y venir les generaba un gasto, el alquiler da allá o la propiedad de allá la alquilaban y se venían acá (entrevista 4, Loma Verde, 20 de febrero de 2009).
Otros vecinos coincidieron en que las sucesivas crisis económicas que se dieron con posterioridad incidieron en la decisión de radicarse de aquellos que tenían casas de fin de semana o en los barrios cerrados. Por otra parte, también hay quienes se mudaron a la zona buscando alejarse de los horrores de la ciudad industrial. Tal como lo señala Williams (1973) para el sentido común inglés, el valor del campo resulta del contraste con la ciudad, específicamente con los horrores percibidos de la ciudad industrial inglesa. Así, para algunas personas, la naturaleza estaría excluida de los espacios urbanos industriales y anidaría en las áreas rurales ubicadas en los márgenes de la sociedad industrial. En este sentido uno de nuestros entrevistados comentaba que se mudó a la zona junto con su familia:
… buscando más naturaleza, para salir de Buenos Aires. A pesar de que vivíamos en una casa en Saavedra. Pero queríamos más tierra, teníamos proyectos, de huerta, de abejas, de miel. Cambiar de vida, ¿no? (…) uno viene con toda la cosa idealista ¿viste? (…) Es como una cosa heroica, ¿no? (…) Es una pretensión casi imposible (entrevista 5 de Loma Verde, 20 de febrero de 2009).
Sin embargo, los vecinos plantean que los horrores de la sociedad industrial están también en Escobar, a diferencia de lo que sucedía a fines de la década de 1950 cuando una de ellas se mudó a la zona junto con su marido para hacer un emprendimiento avícola. Ella había vivido anteriormente en Buenos Aires y cuando se mudó sintió que
… era terrible el campo, porque yo usaba tacos (…) Yo odiaba esto, odiaba de que no podía ir al cine, tenían que esperar que me llevaran que me lleven, mis amigas quedaron para allá, y mi familia quedó para allá. Loca, le decían el campo a esto. El campo. Me voy a vivir al campo. Resulta que ahora, [llegás a Buenos Aires] en 20 minutos. Yo ahora para mí la ciudad es Escobar. No piso la General Paz. Me quedé de este lado. Y punto (entrevista 4, 20 de febrero de 2009).
Según estos vecinos, el ambiente bucólico campestre del partido habría cedido paso al ritmo de vida citadino, que la vecina calificó como “progreso”, a diferencia del vecino que busca la “naturaleza”:
… lo curioso es que, por ejemplo, cuando nosotros llegamos en el ‘95 había dos bancos en Escobar (…) A las 12, todo el mundo cerraba. Y absorbió el ritmo de Buenos Aires (…) Acá, se, se lo chupó Buenos Aires. Hay un montón de bancos, yo creo que sobran, hay un montón de supermercados que sobran también (entrevista 5 de Loma Verde, 20 de febrero de 2009).
La tensión campo-ciudad que los vecinos señalan en los procesos de transformación del espacio rural en la zona bajo estudio, y que habría implicado el avance del trazado urbano sobre campos productivos, se pone en evidencia en la respuesta que da la vecina a la anterior opinión del vecino entrevistado:
Vino [un hiper-mercado] que para nosotros era el progreso. No nos olvidemos de eso (…) ¿Qué teníamos? un triste supermercado que se llamaba San Cayetano, como ya la gran cosa. Entonces, fue todo un progreso, fue todo un progreso. Y en ese tiempo había muchos productores. ¿Por qué? Esto también, también sacó campo, la expropiación de la gente que estaba cerca de la ruta 9, ejemplo don, que se murió ahora hace poco estábamos hablando, el padre de Palmira. Todo eso [la panamericana] le pasaba por su campo de verduras. Y del otro lado [refiere al cuadrante bajo estudio] también había productores, de flores de este lado donde ahora es la fábrica de hipoclorito, que era todo un campo de gladiolos. (…) En frente, donde ahora es Fleni [el instituto de salud] era campo de flores. Había más productores. De aquel lado estaba Ponte con sus viveros de flores. Los vecinos, también, que son portugueses Chito, Chito, se llama, no me acuerdo el apellido, también de flores. Esos productores se fueron, por las medidas económicas, también tienen que ver, se fueron apagando, porque los hijos vieron el sacrificio, entonces esos los padres que eran inmigrantes quisieron que sus hijos fueran a la Universidad. Y ¡anda a cantarle a Gardel con un vivero! Vinieron los bolivianos. Se fueron acercando, era más dificultoso ir a la facultad (entrevista 4, Loma Verde, 20 de febrero de 2009).
Otro vecino de Loma Verde agregó otras razones que podrían haber causado el abandono de la producción horti-florícola en la zona bajo estudio recientemente:
Sí, y aparte se fueron más lejos, se empezaron a ir más lejos (…) No lo sé pero supongo que para el lado de San Pedro, para todos esos lugares, porque claro viste si la hectárea de repente se cotiza en 50.000 o 70.000 dólares, con eso vas y te comprás 10 has 50 km más allá, y si tenés 4 o 5 ha, ni hablar. (…) Sí lo que ella cuenta de las flores es hermoso, ¿no? Los gladiolos. Se pierde, esta cosa que se llama progreso, no es progreso, ¿no? (entrevista 2, Loma Verde, 20 de febrero de 2009).
El productor italiano que citamos más arriba opinó que la mejor época de la horticultura fue en la década de 1970. Recordaba que cuando llegó a Escobar, en la década de 1960:
… eran pocas quintas, después empezaron a venir los bolivianos, los portugueses y ahí agarran toda llena de Escobar y eran todas quintas, ahora son dos o tres, está abandonado el campo, los portugueses murieron, las quintas van mal (…) [en esa época] No había nadie, acá no había nada en el barrio este, estaba todo sembrado, en ese tiempo cuando vine yo estaba sembrado trigo, lino, alfalfa. Después se desapareció eso y era toda quinta, acá era toda quinta, no había un pedacito de tierra, quinta y jardín de flor. Los japoneses (…) así, de flor. Pero cuando vine yo había poca quinta, un pedazo acá, otro allá, otro allá, después se llenó, acá, Cardales, Pilar, Ottamendi, todos lados mirá, se pusieron las quintas, ahora está todo abandonado (…) No queda nada, nada acá hasta el bañado mirá había toda quinta, impresionante, a la temporada de verano así había de todo, de todo tomate, mirá hectáreas y hectáreas de tomate, zapallito, chaucha, de todo, ahora quedó solo un portugués, el portugués (…) Sólo ese quedó, y un boliviano que está al campo de (…) al fondo (entrevista 3, Chechela, 19 de mayo de 2009).
La descripción que realizan los vecinos de Loma Verde y Chechela presenta, de manera muy vívida, los procesos de avance de la urbanización sobre zonas que anteriormente eran utilizadas para la producción agropecuaria que hemos señalado más arriba. Como lo plantea el productor italiano en el fragmento anterior, la zona bajo estudio se caracterizó por ser productora de verduras y flores durante los últimos años del siglo XX. En la actualidad, la superficie cultivada se ha reducido considerablemente y se observa una diferencia significativa en la incorporación de tecnología bajo cubierta con respecto a la zona hortícola del sur del área metropolitana de Buenos Aires (Benencia y Quaranta 2005). A continuación presentamos algunos avances del relevamiento que realizamos de los productores horti-florícolas de la zona bajo estudio para reflexionar sobre las posibilidades de su permanencia.

Tipología de productores familiares horti-florícolas y principales características de la actividad
Según los datos del Censo Hortiflorícola de la Provincia de Buenos Aires 2005, el Partido de Escobar tiene 157 explotaciones horti-florícolas, que representan el 4,07% del total de la Provincia de Buenos Aires. El 61,78% de los productores horti-florícolas del partido son propietarios, mientras que el 34,39 son arrendatarios. Como señalamos más arriba, hemos identificado 36 explotaciones horti-florícolas en el cuadrante noreste del partido, que representan aproximadamente el 23% del total del partido. Consideraremos en este apartado a los 28 productores horti-florícolas a quienes aplicamos entrevistas en profundidad de los 36 que hemos registrado en el área.
Como veremos, la información obtenida concuerda con la tendencia observada por Benencia y Quaranta (2005), quienes señalan que las transformaciones sucedidas en el cinturón hortícola que rodea a la ciudad de Buenos Aires se expresaron diferencialmente en las zonas sur, oeste y norte. Ellos señalan la expansión de la horticultura en la zona sur asociada a la difusión del invernáculo y la retracción de las zonas oeste y norte, existiendo en esta última una preponderancia de los productores de origen boliviano. Así, en el área bajo estudio observamos que no existe una difusión del invernáculo significativa y que hay una importante proporción de productores de nacionalidad boliviana. Por otra parte, si bien se aprecia una retracción de la actividad florícola, detectamos algunos procesos interesantes con relación a la actividad hortícola. Aún cuando la superficie dedicada a la horticultura ha disminuido y muchos de los antiguos productores se han descapitalizado, existe un conjunto de productores que, si bien no están muy capitalizados, están iniciando un emprendimiento “por su cuenta”. Estos productores y/o sus padres –de origen boliviano en su mayoría- han trabajado como medieros para patrones portugueses, españoles, italianos y bolivianos –en menor proporción.
Para poder dar cuenta de este proceso es necesario analizar la estructura social agraria del área bajo estudio y caracterizar a los tipos que la componen considerando las cuestiones estructurales vinculadas con el acceso a la tierra y al capital, la organización del trabajo, la racionalidad económica y la relación con los mercados. De este modo, veremos que en el caso analizado, al igual que lo señalan Benencia y Quaranta (2005) para el resto del AMBA, se pueden diferenciar dos grandes tipos de unidades productivas horti-florícolas: las empresas familiares, dirigidas por productores empresariales, y las explotaciones familiares, dirigidas por pequeños productores. En ambos casos se trata de explotaciones de carácter familiar en las que el productor y los miembros de su familia participan con su trabajo de forma directa o en la gestión. Las explotaciones empresariales actuales, que Benencia (1994) denominó productores empresariales familiares, son el producto de la capitalización de horticultores familiares que se transformaron en empresarios pero que mantienen el trabajo del productor y/o de sus familiares.
Así, para la zona bajo estudio hemos definido dos tipos principales de productores familiares horti-florícolas que se distinguen, fundamentalmente, por el hecho de que los pequeños productores utilizan mano de obra predominantemente familiar y su racionalidad económica tiene por objetivo maximizar el ingreso global para cubrir la subsistencia familiar, aunque no se retribuyan todos los factores de la producción. Siguiendo el modelo propuesto por Obschatko, Foti y Román (2006), para definir el nivel de capitalización de los productores hemos considerado algunas variables estructurales que indican la cantidad de recursos productivos: la posesión y antigüedad del tractor y la superficie con invernáculos[3]. Por lo tanto, para establecer la tipología de los productores familiares horti-florícolas hemos considerado los siguientes criterios:
tipo de productor familiar horti-florícola
subtipo
Organización del trabajo y comercialización
Tecnología y capital
tiene asalariados permanentes o medieros; es consignatario; o es dueño de puesto en mercado central
tiene tractor, tiene superficie con invernáculos
productor empresarial
1
si
tiene tractor y tiene invernáculos
productor empresarial
2
si
tiene tractor, no tiene invernáculos
pequeño productor capitalizado
1
no
tiene tractor y tiene invernáculos
pequeño productor
2
no
tiene tractor, no tiene invernáculos
pequeño productor empobrecido
3
no
no tiene tractor ni invernáculos (o los invernáculos que tiene son obsoletos)

La aplicación de dichos criterios al total de productores relevados se traduce en los cuadros 8, 9 y 10 que nos permiten plantear, en términos generales, algunas de las características predominantes en los tipos de productores familiares horti-florícolas de la zona de estudio:
- Los productores familiares empresariales disponen de suficientes recursos naturales y capital para lograr una rentabilidad que les permite capitalizarse. Su racionalidad económica tiene por objeto maximizar las ganancias. Contratan mano de obra asalariada permanente y/o tienen medieros. Con respecto a la comercialización, son consignatarios o tienen puestos propios en el Mercado Central. En la zona bajo estudio este tipo de productores representa una tercera parte del total y disponen del 42,8% de la superficie. Disponen de tractores y pueden o no tener invernáculos, lo que determina el subtipo (subtipo 1 con invernáculos: 14,29% del total de los productores relevados; subtipo 2 sin invernáculos: 17,86% del total de los productores relevados). El tamaño de sus explotaciones varía entre 0 y 10 has y, con respecto al régimen de tenencia de la tierra, pueden ser arrendatarios o propietarios; ambos aspectos se dan de manera indistinta en ambos subtipos.
- Los pequeños productores familiares difieren con respecto a la disponibilidad de factores productivos según el subtipo, lo que se traduce en rentabilidades dispares. Su racionalidad económica tiene por objetivo maximizar el ingreso global para cubrir la subsistencia familiar aunque no se retribuyan todos los factores de la producción. Utilizan mano de obra predominantemente familiar y no poseen trabajadores asalariados permanentes ni medieros. Con respecto a la comercialización, venden a consignatarios o a compradores directos y pueden ser dueños de puestos en los mercados concentradores zonales/regionales satélites del Mercado Central. En la zona bajo estudio este tipo de productores representa las dos terceras partes del total y dispone del 57,12% de la superficie. La posesión de tractores y de invernáculos varía según el subtipo (subtipo 1 con tractor e invernáculo, subtipo 2 con tractor sin invernáculo, subtipo 3 sin tractor ni invernáculo). Casi el 50% del total de los productores de la zona (incluyendo a los empresariales) se distribuye entre los subtipos de pequeños productores 1 y 2, quienes disponen del 46,6% del total de la superficie; mientras que los productores del subtipo 3 constituyen el 17,86% del total y disponen del 10,52% del total de la superficie relevada. El régimen de tenencia de la tierra predominante para todos los subtipos es el arrendamiento, observándose un 63,15% de arrendatarios, un 26,32% de propietarios y un 10,53% de ocupantes entre los tres subtipos. Por otra parte, en el subtipo 1 son predominantemente propietarios, a diferencia de los subtipos 2 y 3 en donde predomina el arrendamiento y existen casos de ocupantes.
Quisiéramos ahora referirnos a ciertos aspectos diacrónicos que nos permitirán abordar algunas de las transformaciones que afectan a las modalidades de inserción de los productores fruti-hortícolas en el proceso productivo. Esto es, incorporaremos a la caracterización de los productores bajo estudio el análisis de su nacionalidad y lógicas productivas (Benencia 1994 y Benencia y Quaranta 2005) para estudiar los procesos de recambio de familias de productores en el largo plazo. Por razones de espacio, haremos solo una breve referencia al ciclo de desarrollo de las unidades domésticas en el corto plazo cuyo análisis en profundidad dejamos para otra oportunidad.
En el cuadro 11 se observa que los productores de nacionalidad boliviana representan la mayoría del total de los productores relevados constituyendo el 60,71% (17 de 28). Dentro del grupo de productores de nacionalidad boliviana, la gran mayoría -el 82,35% (14 de 17)- se encuentra en el estrato de pequeños productores, mientras que solo el 17,65% (3 de 17) son productores empresariales. Por otra parte, los productores de nacionalidad italiana y portuguesa, o los de esas nacionalidades con sus familiares argentinos, se distribuyen en el subtipo 1 de los pequeños productores y en ambos subtipos de productores empresariales, lo que indica una mayor capitalización y mejor inserción en el sistema que los productores de nacionalidad boliviana.
Estas cuestiones encuentran una explicación si se toman en cuenta los procesos de recambio de familias de productores horti-florícolas en el largo plazo considerando la trayectoria y la estrategia productiva. En el cuadro 12 consideramos tres momentos posibles en la trayectoria productiva de una explotación en cualquiera de los dos tipos de productores: la de expansión, la de resistencia y la de inicio de una nueva explotación. Se observa que existen procesos de descapitalización que afectan a ambos tipos de productores familiares –tanto empresariales como pequeños productores-, y que mayoritariamente son productores portugueses, españoles, italianos y/o argentinos. Mientras que en el caso de los productores bolivianos –tanto pequeños productores como productores empresariales- se observa que la mayoría se encuentran iniciando sus explotaciones o en la fase de expansión.
Esto nos lleva a preguntarnos si esta situación podría estar vinculada con el recambio de familias de productores en la actividad horti-florícola procedentes de distintos flujos migratorios, ya que los portugueses, españoles e italianos se integraron en esta actividad hace 50 años aproximadamente y, según nos manifestaron, ya se estarían retirando porque sus hijos y nietos no están tan interesados en continuar con la actividad. Mientras que, los productores bolivianos entrevistados –o sus padres- se integraron como trabajadores (mayoritariamente medieros) en diversos lugares del cordón verde de la ciudad de Buenos Aires (algunos lo hicieron en la zona pero otros trabajaron previamente en Pilar, en Campana y en La Plata) y actualmente se encuentran iniciando sus propias explotaciones -“poniéndose por su cuenta”- en la zona bajo estudio. Para poder profundizar esta línea de indagación consideramos pertinente analizar la composición y momento de desarrollo de las unidades domésticas[4] tanto de los pequeños productores como de los productores que se convirtieron en empresariales.
El análisis de las unidades domésticas de los sistemas productivos horti-florícolas bajo estudio, teniendo en cuenta su composición y fase de desarrollo (cuadro 13) y lugar de residencia del productor (cuadro 14), nos permite adentrarnos sobre las características del proceso de recambio de productores vinculados a flujos migratorios que se dieron en distintos períodos históricos en la zona. Este proceso se puede observar principalmente en los pequeños productores que, como dijimos, son mayoritariamente de nacionalidad boliviana. Así, los pequeños productores y/o sus descendientes de origen europeo, que se iniciaron o desarrollaron la actividad en la zona a mediados del siglo XX y que se encuentran más afectados por los procesos de descapitalización comparativamente a los productores bolivianos, se están retirando de la actividad, sus unidades domésticas se encuentran predominantemente en la fase de reemplazo y su lugar de residencia es mayoritariamente una zona urbana fuera de la explotación. Mientras que los pequeños productores bolivianos, que se habían insertado en la actividad horti-florícola como trabajadores más recientemente, se encuentran mayoritariamente iniciando sus explotaciones, sus unidades domésticas están predominantemente en la fase de expansión -aunque también hay algunas en la fase de fisión- y residen preponderantemente en la misma explotación. Con respecto a los productores empresariales, en cambio, las dos terceras partes son criollos, mientras que sólo un tercio son bolivianos. Las unidades domésticas de productores criollos de este grupo están preponderantemente en una etapa de reemplazo y sus integrantes pueden residir tanto en áreas rurales como urbanas.

Conclusiones
Hemos visto que en el sector noreste del partido de Escobar las transformaciones acaecidas durante los últimos años, en el marco de un modelo neoliberal basado en la no intervención del estado, favorecieron la disminución de la producción horti-florícola y el incremento de la especulación inmobiliaria y financiera en aquellas tierras de histórico uso agropecuario. Así, sólo el 38,73% de la superficie de los espacios considerados como rurales en el mapa antiguo analizado es actualmente usada para actividades agropecuarias, mientras que más del 50% está en desuso, posiblemente en especulación inmobiliaria. Por otra parte, se observa el avance de la urbanización tanto para la construcción de viviendas como para el uso industrial.
Aún así, a pesar de la rur-urbanización de la zona, la actividad agropecuaria aún es significativa. Por un lado, se observan actividades más típicamente pampeanas en los bañados localizados en el norte del sector y, por el otro, continúa practicándose la horticultura, mientras que la floricultura aparentemente habría quedado relegada a algunos viveros que se localizan en áreas netamente urbanas.
Es remarcable la inexistencia de un ordenamiento territorial o de legislación municipal sobre uso de la tierra. El estímulo inmobiliario reflejado en el valor de la tierra perfiló un tipo de inversión basado en la construcción de barrios cerrados y countries, considerado generalmente como más seguro que la producción agropecuaria que presenta un riesgo implícito por el complejo de variables climáticas y biológicas impredecibles que la caracterizan. Muchos de los sucesores de los antiguos productores optan por abandonar la agricultura, radicarse en la ciudad y retener sus propiedades en áreas rurales con fines especulativos. Ante condiciones más propicias devenidas del asfaltado de las calles, el suministro de servicios públicos que antes no llegaban hasta ese lugar o el establecimiento de un barrio cerrado o un atractivo cultural o social, evalúan la posibilidad de efectuar una inversión en sus terrenos como el arbolado, para potenciar su precio y venderlo.
Por otra parte, existe un flujo de pobladores e inversionistas provenientes de zonas urbanas que en los últimos tiempos se instalaron en la zona, ya sea atraídos por posibles negocios de comodificación de la naturaleza, por potenciales desarrollos industriales aprovechando la cercanía de la autopista o del río, o por la posibilidad de escapar de los horrores de la ciudad industrial. Todo esto ha conllevado a la emergencia de nuevas ruralidades, esto es, al consumo de la naturaleza y de las costumbres del campo como un espectáculo, lo que si bien a veces es percibido como “desarrollo” a juicio de algunos entrevistados ha desplazado la belleza de los campos productivos.
Sin embargo, no se puede concluir que la tendencia a la desaparición de la horti-floricultura en la zona sea absoluta, como tampoco lo son las explotaciones de carácter exclusivamente familiar. Aún cuando no hemos encontrado grandes establecimientos empresariales no domésticos con altos volúmenes de producción, hemos detectado la presencia de productores familiares que lograron capitalizarse y convertirse en empresarios. Estos productores son la segunda generación de familias de inmigrantes europeos que anteriormente habían sido pequeños productores y que lograron expandirse ampliando la disponibilidad de tierra, incorporando invernáculos y/o insertándose en el eslabón de la comercialización. Es de esperar que ni la presión de la urbanización ni las dificultades que enfrenta la actividad productiva fuercen a este grupo a abandonar la actividad y a transferir las tierras al sector inmobiliario o financiero.
Quisiéramos remarcar uno de los hallazgos más interesantes de este trabajo. Esto es, la importancia de los pequeños productores bolivianos que están iniciando su propia actividad hortícola en la zona. A pesar de los desafíos que enfrenta la actividad en la actualidad, tales como los altos costos de los insumos, las dificultades para conseguir mano de obra, los precios de venta desfavorables, el costo del transporte, por nombrar algunos, la agricultura familiar continúa resistiendo aún cuando los pequeños productores no se hayan podido incorporar al salto tecnológico que supone el cultivo bajo cubierta. Es de esperar que las políticas de apoyo al sector hortícola de la zona norte del AMBA que se están implementando desde 2008 consideren como destinatarios a todos los productores, sin diferenciar entre viables y no viables, considerando la importancia de la actividad agropecuaria –y particularmente de la horticultura- en el marco de un ordenamiento territorial que sea sustentable económica, ambiental y socialmente.

Bibliografía
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[1] Ver mapas y cuadros en el anexo.
[2] Existen diversos términos que se utilizan para definir a los procesos que se dan en la periferia de las ciudades como periurbanización, rururbanización o contraurbanización. Esto presenta un problema ya que son utilizados indiscriminadamente sin tener acepciones unánimemente aceptadas. Según Formigo Couceiro y Aldrey Vázquez (1999), el espacio periurbano es aquél situado en la periferia de la ciudad, que era eminentemente rural, pero que ha sufrido transformaciones profundas, tanto en el plano económico, como el demográfico y el social y en donde se da una yuxtaposición de áreas construidas ex-novo, hábitat rural preexistente, polígonos industriales, espacios agrarios, vías de comunicación y lugares de ocio. El término periurbanización define un nuevo proceso de ocupación del espacio en las proximidades de las ciudades y, dentro de este proceso, el espacio rururbano es aquel en el que se mezclan los paisajes urbanos y rurales, yuxtaponiéndose y compitiendo.
[3] Cabe hacer algunas aclaraciones sobre la aplicabilidad de dichos indicadores para la producción horti-florícola en el partido de Escobar. Por un lado, la antigüedad del tractor es de importancia relativa para el tipo de actividad bajo estudio debido a las pocas horas de uso anual que se le da. Es por ello que no consideramos la antigüedad del tractor como determinante de un capital diferencial, pero sí mantenemos que su posesión o no es un indicador de diferentes tipos de pequeños productores. Por otra parte, con respecto a los invernáculos cabe señalar que en algunas explotaciones que visitamos en Escobar existen todavía antiguos invernáculos de vidrio, que se corresponden con inversiones de hace 30 o 40 años pero que no han sido mantenidos ni renovados, aún cuando siguen siendo utilizados. Por lo tanto, existirían diferencias entre quienes tienen igual superficie cubierta con invernáculos pero cuya tecnología y mantenimiento son diferentes.

[4] Teniendo en cuenta las alertas realizadas por algunos autores tales como Jelin (1984), Harris (1986) y Mayer (2004) sobre los peligros de naturalizar conceptos como familia y trabajo doméstico, en este estudio delimitamos a las unidades domésticas de los productores fruti-hortícolas retomando la tipología propuesta por Laslett (citado en Gonzalbo 1993), y considerando las fases sistematizadas por Hocsman (2002). Por otra parte, relativizamos la necesidad de que los miembros de la unidad doméstica deban corresidir (Mc Netting et al. 1984).